Seguro que has oído hablar de la cultura lésbica, que no es otra cosa que la forma en que las lesbianas se presentan al mundo. Esto quiere decir que el cómo nos vemos a nosotras mismas y cómo nos mostramos en la sociedad crea una cultura propia. Esta cultura lésbica se manifiesta tanto en el arte, como en la literatura, el cine, el deporte, y cualquier otro ámbito social.
Cultura lésbica y feminismo
El desarrollo de la cultura lésbica está íntimamente relacionado con el feminismo. Esto es así, ya que, gracias a la lucha por la liberación de la mujer por parte del movimiento feminista, las lesbianas han podido tener cabida en la sociedad. Este feminismo ha hecho posible que poetas, artistas, músicas y todo tipo de mujeres talentosas se hayan dado a conocer. Dentro de este grupo, hay y ha habido siempre mujeres lesbianas.
Algunos intentan clasificar la cultura lésbica como una subcultura dentro de la cultura femenina o feminista. Esto se debe simplemente a que el porcentaje de lesbianas en relación al de mujeres heterosexuales es menor en cuanto a datos de población. No obstante, las mujeres lesbianas forman parte de la cultura sean o no un número minoritario.
En el mundo de la literatura, por ejemplo, París y Londres fueron las primeras ciudades en dar a conocer a escritoras y poetas abiertamente lesbianas. A principios del año 1900 en París, escritoras como Renée Vivien, Tamara de Lempicka o Natalie Clifford crearon su propia comunidad para poetas, escritoras y artistas lesbianas.
En Londres, hacían los mismo las escritoras Katherine Mansfield, Vita Sackville, o la famosa Radclyffe Hall. Esta última fue quien escribió El pozo de la soledad, uno de los primeros libros que habla abiertamente de una historia de amor lésbico.
Pero no todas las escritoras aludieron tan directamente a su orientación sexual o a la temática lésbica. Muchas optaban por enmascarar las situaciones, como el caso de Virginia Woolf con Orlando, un ser que cambia de sexo. Otra costumbre era escribir bajo un seudónimo, como lo hizo Patricia Highsmith cuando escribió Carol. Todos estos subterfugios, les permitía llevar a la luz la cultura lésbica sin correr el riesgo de ser discriminadas.
La literatura en la cultura lésbica
Como veníamos diciendo, la literatura ha sido uno de los principales medios de expresión de la cultura lésbica. En EEUU, durante los años 50, nació el género literario lésbico conocido como pulp. Este género, cuyo referente fue la escritora Ann Bannon, se caracterizaba por novelas de temática lésbica con un trágico final.
Al parecer, quienes establecieron estas condiciones, pensaban que, si las novelas tenían un final feliz, todas las mujeres se volverán lesbianas. Para evitarlo, las historias acababan siempre con las protagonistas muertas, o encerradas en psiquiátricos. De ahí quizás la tendencia al bollodrama en las relaciones entre chicas.
Pasada esta etapa de censura lésbica o miedo lésbico, muchas escritoras dan vida a historias entre mujeres. Algunas de las más conocidas son Jeanette Winterson, Sandra Scoppettone, Radclyffe, Susana Guzner, Carme Riera o Núria Añó, entre muchas otras. Hoy en día encontrar literatura lésbica es bastante fácil y accesible, muestra de que la cultura lésbica goza de buena salud.
La cultura lésbica y el cine
El cine es otro de los terrenos donde tanto las historias de lesbianas como las mujeres lesbianas más han salido del armario. Haciendo una retrospectiva, la primera película lésbica fue dirigida por una mujer en los años treinta. Esta película alemana, titulada Muchachas de uniforme fue el primer largometraje que mostraba claramente temática lésbica.
A partir de ahí, se han ido rodando y comercializando cada vez más películas lésbicas. Tanto es así, que el cine en uno de los principales impulsores de la cultura lésbica en nuestros días.
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