Duck Butter es una película lésbica diferente, su director, Miguel Arteta decide contar un encuentro intenso durante 24 horas. De la película se ha dicho de todo, desde que es banal e insulsa, demasiado indie, sofocante, o gratificante y emocionante.
La película lésbica que tienes que ver
Esta cinta americana de 93 minutos, la interpretan Alia Shawkat y Laia Costa. Nos cuenta la historia de dos chicas que se conocen en un bar y deciden pasar 24 horas juntas. Su objetivo: explorar al máximo su intimidad, el resultado: no es como se lo esperaban.
Alia interpreta a una chica llamada Sergio, que es una chica española que reside en EEUU, y que tiene un estilo muy indie: compone, pinta y se muestra como rebelde e inconformista. Laia, da vida al personaje de Naima, que a su vez es también es artista, actriz. La vida de Naima es muy aburrida, rutinaria y está repleta de manías. Por si fuera poco, su negatividad la acompaña allí a donde va.
Con las características anteriores, se puede prever un desastre como relación y como película lésbica. Aquí es donde entran las distintas opiniones. El caso es que el director ha improvisado una película que se ha ido creando por sí sola. Tanto los personajes, como las propias actrices han creado el film casi desde la nada.
Partiendo sólo de una idea, se desarrolla esta historia de dos mujeres jóvenes ansiosas por sentirse vivas.
Rodaje de Duck Butter
Sergio, después de pasar la primera noche con Naima, toma una decisión: ¿por qué perder el tiempo en ir conociendo a Naima?, ¿por qué no vivirlo todo de golpe en 24h?. Su idea la lleva a plantear una relación absolutamente intensa. La película está repleta de sexo, emociones e intimidad, quizás demasiada para algunos.
Durante 24h la cámara registra la apertura y exploración mutua en todos los sentidos de las dos chicas. Así es como se rodó Duck Butter, una película lésbica diferente, improvisada, llena de actuaciones viscerales. Sus momentos excéntricos dan vida a la historia de dos personas totalmente desconocidas que se abren en cuerpo y alma. Esta apertura es tanto para ellas mismas como para la cámara.
De esta manera tan poco estructurada, se decidió rodar la película. Las actrices no paraban para maquillarse, o repasar sus diálogos. Simplemente se encendió la cámara y se dejó que ambas dieran vida a sus personajes de forma totalmente improvisada. Sin duda, el experimento ha dado como resultado un film diferente.
Tan diferente, que muchos creen que no aporta nada. Por otro lado, están los que consideran la obra pura genialidad. La capacidad de Arteta para mostrar la visceralidad de Laia y Alia sí que no tiene lugar a dudas. No obstante, se ha llegado a decir que es una película vacía y fatua, que no transmite nada. Otros la consideran innovadora, excitante y fresca.
Sea como fuere, es una película que hay que ver para después opinar. Como experimento cinematográfico, merece la pena que le dediquemos unas horas de nuestras vidas.
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