El último vagón de metro de México es un punto LGTB. Queremos hablaros de esta curiosa costumbre que se ha extendido a lo largo de todo el país y que nos ha parecido de lo más interesante. Si bien de este tema estamos excluidas las lesbianas la verdad es que nos parece una buena iniciativa y una muestra de cómo la creatividad y las buenas mañas se imponen en el universo LGTB.

El último vagón de metro de México

Por todas es conocida la práctica del cruising: tener sexo al aire libre con una pareja sexual que se acaba de conocer. Esta práctica (por lo menos en España) suele hacerse en aparcamientos, en baños públicos, en parques, etc. Uno de los puntos más conocidos está en la Casa de Campo en Madrid. Sin embargo, en muchas ocasiones los baños públicos de las estaciones de autobús de cualquier ciudad española son sede de muchos encuentros entre homosexuales. Sin embargo, el metro de México es distinto. Y destaca por la originalidad que tiene a pesar de que a muchas personas no les parezca bien la iniciativa.

En efecto, una de las ciudades más pobladas del mundo tiene en los últimos vagones de metro un punto de encuentro. El metro de México se convierte así en un lugar propicio para los gays. A partir de una hora en concreto la actividad se vuelve frenética. Sin embargo, hay que decir que dicha actividad no cesa en todo el día. Naturalmente, esta costumbre del último vagón de metro de México es conocida por los lugareños. Eso hace que muchas mujeres no se animen a ir allí. También hace que otras se animen precisamente porque se consideran más protegidas. De cualquier manera, todas las personas que están en el metro de México entienden que dicho espacio es para gays.

¿Cómo ocurre?

Todo es casual en este último vagón de metro de México. En efecto, dos gays se encuentran sentados y comienzan a mirarse. En muchas ocasiones posan su mano sobre la persona que tienen al lado. Igualmente, puede quedarse en una simple charla informal hasta que uno de los dos abandona el metro de México. Lo más gracioso es que algunas personas que visitan la ciudad no saben de esta costumbre. Y, en muchos casos pueden quedare en medio de un fortuito encuentro sin saber qué ocurre.

Ciertamente, si una es un poco observadora puede darse cuenta en seguida de en qué lugar está. Muchas personas de las que allí están van desinteresadamente. Sin embargo, algunas de las quejas que han surgido vienen precisamente de que otras acuden allí de forma «profesional» buscando encuentros a cambio de dinero. Igualmente, se quejan colectivos defensores de las familias. Consideran que el metro de México puede convertirse en este sentido en un foco de mala influencia y ya han expresado sus quejas. Sin embargo, hay que decir que este tipo de iniciativa es posible que se extienda a otros países tal y como ya está empezando a ocurrir. Deja tu comentario con tu opinión sobre este tipo de iniciativas.