Un tribunal en Nueva York ha negado la paternidad al donante de semen de una pareja de mamás lesbianas. La noticia, como no puede ser de otra manera, ha sido elevada por todo lo alto por todo el colectivo. Y es que refleja varias cosas. De un lado, el total desconocimiento del susodicho acerca de cómo funciona la maternidad de dos mamás lesbianas. Del otro, el reconocimiento legal que de dicha cuestión se hace en algunos tribunales.
Dos mamás lesbianas contra un indeseable
Lo cierto es que si este hecho de las dos mamás lesbianas es noticia es preocupante. Lo digo porque finalmente tenemos que dar como buena noticia el hecho de que los tribunales hayan optado por protegerlas a ellas. En efecto, esa sensación de incertidumbre acerca de no saber qué puede ocurrir finalmente es lo que debería ser noticia. Ciertamente deja a las claras que todavía en este sentido queda mucho por avanzar. Que un donante de esperma crea que tiene alguna legitimidad sobre el niño es otra cosa. Simplemente es uno que no entiende bien las cosas, y punto.
Sin embargo, que después de eso dos mamás lesbianas sientan el temor de que la ley esté de su lado es lo realmente preocupante. El donante de esperma por supuesto era un anónimo, un desconocido. Sin embargo, y a pesar de que ambas partes firmaron una renuncia, el donante posteriormente reclamó. Lo hizo mediante una petición que ¡prosperó!. Así es: si he hecho la anterior reflexión es porque era perfectamente posible que a las dos mamás lesbianas les quitaran su hijo.
Una segunda vuelta
Fue en la segunda petición cuando el juez finalmente dio la razón a las mamás lesbianas. Hasta entonces, todo había seguido su curso como si en efecto tuviera legitimidad el supuesto padre. Todo esto teniendo en cuenta que las mamás lesbianas se habían encargado de toda la crianza. Sin haberse involucrado ni económica ni emocionalmente, el donante quería que reconocieran su paternidad.
Y es que tal y como declaran las mamás lesbianas ellas tenían el temor de que la justicia dictaminara a favor del donante. Y lo sospechaban porque las leyes, de fondo, tienen inspiración conservadora. Es decir, entienden que la familia debe ser la tradicional: formada por hombre y mujer. Así pues, de un solo plumazo se podría haber arruinado la familia de estas mamás lesbianas.
Y la noticia es precisamente que en cualquier otro caso que afectara a una pareja heterosexual esto ni se habría pasado por la cabeza. ¿A que os cuesta creer que el donante de una pareja con dificultades para tener hijos fuera a reclamar la paternidad de ellos?
Pues si os extraña es porque instintivamente sabéis que vivimos en una sociedad que, en general, sigue teniendo sobre ellas continuas sospechas de homofobia. Nos alegramos que a pesar de todo este caso haya salido bien para las mamás lesbinas. Esperamos que sigan disfrutando de su bebé y que todo haya quedado en un susto. Un susto protagonizado por un cafre, por supuesto. Deja en los comentarios tu opinión y consulta otros artículos relacionados.
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