La política es una esfera crucial en la vida pública. Sin embargo, son pocos los casos de políticos homosexuales que conocemos. Ciertamente, aunque los haya no son muy abundantes. De buena tinta se sabe que muchos políticos tienen una orientación sexual homo. Lo digo porque de primera mano conozco a algunos que, tristemente, aún no han desvelado su condición. No daré nombres, a pesar de todo. ¿Qué ocurre pues con los políticos homosexuales?
Los políticos homosexuales: rara avis
Si nos atenemos a las estadísticas sociales debemos decir que los políticos homosexuales son pocos. También podríamos decir que, o bien los homosexuales no acceden a puestos de gran visibilidad pública o directamente es que están soterrados. Me inclino, por mi experiencia personal, por la segunda opción. Es muy probable que la heterosexualidad se «premie» también en política. Cuando sale, por ejemplo, el típico vídeo que humaniza a los políticos siempre va por delante que tienen una familia modelo. Lo hemos podido ver en la escena internacional con Barack Obama y, en su versión descafeinada, con Pedro Sánchez.
Naturalmente, si ellos no son homosexuales no van a actuar como tales. Sin embargo, en este tipo de vídeos sí que parece que haya un mensaje claro: lo ejemplar es hetero. Así pues, parece ser que por pura estadística debiera haber más políticos homosexuales de los que hay. Y es por ello que es muy posible que los partidos veten dichas inclinaciones. Es triste, pero ocurre. Hay que tener en cuenta que la política no es un «trabajo» como otro cualquiera. Entre otras cosas, se manejan las referencias que un@ mism@ proyecta sobre la sociedad. Y parece ser que todavía es preferible lo conservador en este sentido.
La necesidad de mayor publicidad
La visibilidad es crucial para el colectivo LGTB. Esto incluye, como no podría ser de otra manera, a los políticos homosexuales. Sin embargo, vemos ciertas actitudes que parecen contradecir incluso las propias inclinaciones personales. Tal es el caso de la política lesbiana de ultra derecha que se postulaba en contra del lobby gay. Parece que, en este caso, sí que existía publicidad de su condición al mismo tiempo que una «autocensura», una actitud más férrea: un ser más papista que el Papa.
Parece ser que la política es también caníbal en este sentido. Que a los propios miembros a los que acoge les hace callarse o disimular. Salvo algunos casos como Pedro Zerolo en España o Harvey Milk en Estados Unidos los políticos homosexuales prefieren mantenerse dentro del armario. Es más que sabido que todavía a día de hoy muchos de los votantes no consideran «seria» una alternativa capitaneada por un homosexual. Es evidente que hay motivos homófobos en ello basados en los clásicos prejuicios sobre la homosexualidad.
Sin embargo, y eso es a lo que voy, parece que muchos políticos homosexuales parecen estar de acuerdo con su silencio. Sinceramente no puedo creer que la estadística sea tan baja teniendo en cuenta lo ajustada que está en la propia realidad. Ahí no hay ni excepciones ni paños calientes. Porque las cosas son como son. ¿Tú qué opinas? ¿Crees que son todos los que están pero no están todos los que son? Deja tu comentario, estaremos encantadas de leerte.
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