Corrían los locos años 20 y tras una cruenta guerra, la ley y las imposiciones sociales se comenzaron a poner en duda. Es en este momento que aparecieron las flappers, un grupo de mujeres hartas de convencionalismos. Estas mujeres desafiaban el rol prefabricado para ellas que era el de ser esposas y madres abnegadas. Durante la Primera Guerra Mundial la mujer se incorporó al mundo laboral y esto provocó en muchas una necesidad de independencia. A esto se le añadía un intenso sentimiento de carpe diem que las llevaba a querer disfrutar de la vida sin privaciones. Sin refrenarse por lo que pudiesen opinar de ellas los demás. Querían experimentarlo todo.

Por lo tanto el movimiento flapper surgió como un estilo de vida, para féminas liberadas y sexualmente emancipadas. Rechazaron el corsé, llevaban faldas cortas, se maquillaban mucho y cortaron sus melenas. Bebían cuanto querían, fumaban, conducían temerariamente, se relacionaban con quien les gustaba. Se comportaban, al fin, como los hombres, pero sin identificarse como hombres. Buscaban la libertad, rebelándose contra las convenciones sociales.

Zelda Fitzgerald, fue una de las primeras flappers de Estados Unidos. Era escritora, bailarina y una influyente it-girl del momento. Encabezó a un grupo de aristócratas artistas que volvieron loca a la sociedad de la época. Alcohol, estupefacientes, jazz y mucho glamour era la tónica general de las fiestas de aquellos días. Otras flappers conocidas fueron Josephine Baker, Louise Brooks, Clara Bow, Diana Cooper, Nancy Cunard, Tallulah Bankhead, Coco Chanel, Tamara de Lempicka o Marlene Dietrich.

Flappers: lesbianas y feministas

Muchas de estas mujeres estaban casadas, como la propia Zelda. Practicaban el amor libre y su relación con los hombres, les proporcionaba estatus y posición económica. Pero por otro lado, mantenían una azarosa vida lésbica en una época en la que las relaciones bolleras eran visto como algo cool. Algunas llegaron a organizar las conocidas como petting parties, donde se mantenían relaciones sexuales sin penetración.

Las flappers no mostraban ningún interés por las tareas domésticas o la crianza de niños. Y esta actitud despertó un sinfín de críticas. La parte más conservadora de la sociedad veía en ellas un serio peligro para la continuidad de la institución familiar. Hasta entonces, la única alternativa a la maternidad, era el convento (a vestir santos, como se suele decir). Sin embargo las flappers reivindicaron por primera vez la opción de no ser madre como una decisión íntima y personal de cada mujer.

Como veis, les debemos mucho a este grupo de desafiantes mujeres. Ellas fueron las primeras en visibilizar el lesbianismo, precursoras del feminismo, de la deconstrucción de los roles de género, la libertad sexual y del poliamor. Además, la historia de la moda, está fuertemente influenciada por la estética flapper.

Por desgracia, al finalizar la década, llegó una fuerte crisis mundial que hizo que todo el avance logrado por estas mujeres, retrocediese. De nuevo se las relegó a su papel tradicional en el hogar, con el consuelo de la religión. Sin embargo el espíritu flapper nunca murió, siendo este movimiento social femenino, un importante referente para futuras generaciones.