La turismofobia es un tema que recientemente está en boga en nuestro país. Lo está por distintos motivos, y entre los últimos parece estar la homofobia. En efecto, según algunas fuentes hay una relación directa entre ambos sucesos. Hoy queremos hablar sobre si existe tal relación entre la turismofobia y la homofobia. Quiero que vaya por delante que esta es mi opinión personal. Naturalmente, puede que haya mucha gente que no la comparta, y más en España. A pesar de todo considero que hay suficiente gente madura como para entenderlo y poder debatir entre todas nuestros puntos de vista. Aquí va el mío sobre el asunto.

¿Qué es la turismofobia?

Por turismofobia se entiende un fenómeno propio de España y no de otros países. Es un fenómeno autóctono que solo afecta a este país. Consiste en un odio visceral e irracional contra el turismo. La razón parece estribar en que la gente con pensamientos radicales, extremistas y en general antitodo ahora también está en contra del turismo.

Naturalmente, estoy siendo sarcástica. La llamada turismofobia no es un fenómeno propio de España. No es ni siquiera un fenómeno. Es el nombre que se ha puesto a una determinada parte de la sociedad que aboga por dos cuestiones fundamentales: otro modelo de turismo y otro modelo de industria que no sea en exclusiva la turística.

Lo que ocurre es que dichas propuestas intentan presentarse como luchas antisistema que pretenden quemar dinero, comer raíces, vivir en aislamiento y prohibir que venga nadie a nuestro país. Es, lo que se llama normalmente, una burda falacia que consiste en ridiculizar los argumentos del otro diciendo que la gente que critica el actual modelo de turismo lo que pretende es impedir que la gente trabaje. La turismofobia es el anticristo. 

¿Existe vinculación entre la turismofobia y la homofobia?

Sinceramente, no lo creo. Considero que los cafres que cometen agresiones homófobas eligen a los turistas por ser más «vulnerables», es decir, por ser de otro país: saben que con gran probabilidad no denunciarán o sus denuncias no prosperarán. Me parece que es una jugada sucia identificar la llamada turismofobia con la homofobia. En parte, forma parte de los atributos que se están imputando a la gente a la que se tilda de turismofóbica para desacreditar su críticas. Dichas críticas me parecen de lo más razonable. No es que no se quiera turismo: es que se quiere un turismo responsable. Dichas peticiones están actualmente muy candentes en Barcelona, San Sebastían, Mallorca o Madrid por citar ejemplos de España.

En otros países, también se viene haciendo desde hace tiempo, SIN EMBARGO:

Esto no me parece serio. Me parece que lo que se vende como responsable para un país vecino no puede venderse como «radical» o «antitodo» para tu propio país.

¿Qué está de fondo en la llamada turismofobia?

La turismofobia es en realidad un movimiento crítico contra el llamado turismo de masas. Dichos movimientos se concentran fundamentalmente en las ciudades. Esto se debe a varios motivos que han venido a confluir en los últimos años. De un lado, la crisis económica ha acentuado la dependencia de nuestro país del turismo. Como consecuencia de que muchos jóvenes cualificados no pueden ejercer su puesto en España, deben ser camareros, pinches o cualquier cosa que tenga que ver con la hostelería. A lo mejor es que hay gente en nuestro país que quiere hacer otras cosas. Y eso no es tampoco turismofobia.

En consecuencia, dicha industria tiene la sartén por el mango. Cada vez más parece la única forma de vivir en España: dedicándose o trabajando para ella. Así, hay personas que reclaman la incentivación de puestos de trabajo más cualificados para no convertirse en un país para pasar el rato y poder hacer más cosas que servir patatitas y cervecitas. Si dicha industria es la única que prospera, llegará un momento en que será la única posible. Los turistas seguirán haciéndola rentable.

Eso hará que las chicas jóvenes de nuestro país solo puedan encontrar curro en un Zara o un H&M. Si esas chicas cobran 380€ y no pueden permitirse comprar en Zara no pasa nada, porque gracias a lo poco que cobran ellas, Zara puede ofrecer un precio competitivo que atraiga lo suficiente a los turistas como para que, comprando en masa, puedan hacer que Zara salga adelante. Y el círculo se cierre sobre las chavalas jóvenes. Este fenómeno que ya en algunos países de Sudamérica tristemente prospera es horroroso. La turismofobia puede conducir a ello.

Razones económicas

En segundo lugar, su concentración en las ciudades se debe a el aumento del precio de los alquileres. La entrada de agencias que ofrecen alquilar casas para turistas ha hecho que gran parte de las propiedades estén copadas por ellas. En consecuencia, la demanda aumenta y el precio también. Las personas que vivimos en ciudades nos vemos afectadas por dicha demanda. Son muchos los casos (y lo digo de primera mano) donde una persona debe abandonar su casa porque el propietario prefiere alquilársela a partir de ahora a turistas que a un solo inquilino. En una semana ganan lo mismo que con aquél en un mes.

Considero que una ciudad debe ser antes que nada para vivir y producir. Es por ello que no se puede especular con la vivienda en pos del negocio turístico: hay gente que trabaja en la ciudad y necesita esas casas. Por todas estas razones, si plantear un modelo turístico más enriquecedor para turista y país de acogida es ser parte de la turismofobia, lo soy. Sinceramente, identificar la turismofobia con la homofobia ya me parece el colmo. Lo próximo será que queman biblias y comen niños. Seamos serios y razonemos, que es lo maduro.

Os recomiendo que veáis el documental «El síndrome de Venecia». En él se explica la preocupante situación por la que pasa Venecia y la turismofobia. Perdón por la extensión 😉