Las lesbianas siguen siendo en muchos casos un concepto para el hombre heterosexual. Todas sabréis a qué me refiero, probad a buscar en Google «Lesbianas» simplemente. Veréis lo que os sale. Si buscáis algo más específico irremediablemente los resultados que os aparecerán serán resultados porno. No falla. Esto se debe a que las lesbianas en muchos casos hemos sido suplantadas como colectivo por el imaginario dominante. Es decir, no somos por nosotras mismas, somos una fantasía para muchos.
Las lesbianas en el imaginario hetero
Para empezar, muchos hombres consideran a las lesbianas como fantasías eróticas. En gran parte, sus conceptos se basan en su gran fuente de inspiración y conocimiento: el mundo porno. Consideran que en medio de cualquier relación sexual, las lesbianas están tan calientes que si apareciera un hombre…ni se sabe.
Acostarse con dos mujeres a la vez es la fantasía por antonomasia del hombre heterosexual. Las lesbianas son en este sentido un trofeo. Un dos por uno. Así de hecho lo trata la industria. ¿Hasta qué punto la sexualidad de la mujer estará bajo control que de hecho hasta cuando su orientación sexual es homosexual se considera que está para servir al hombre?. Es decir, la orientación sexual de dos mujeres queda dominada por la de un hombre.
Las lesbianas en este sentido deberían ser tratadas como una orientación sexual más. Sin embargo, aparece el hombre hetero y hace su concepto propio de lesbianismo. Es decir, reinterpreta algo en lo que él queda excluido y lo convierte en una fantasía suya. Hablo de este caso por lo que recientemente ha ocurrido con un ¿periodista? de ABC, Salvador Sostres. Publicó hace unos días un artículo titulado «el lesbianismo no existe».
El último episodio sórdido: Sanvador Sostres
Lo que Salvador Sostres sostiene en el fondo es que cuando a mi me gusta una mujer, lo que me gusta de ella es el falo que le voy a meter. Es decir, no es que me guste pensar en ella. Lo que me gusta es pensar en ella y un pene. Sólo puedo excitarme si a ella le pongo al lado un pene. El pene es el hilo conductor de todo: soy como un hombrecillo frustrado. Por eso me corto el pelo y bebo la cerveza a morro, ¿verdad?. El mensaje de fondo es: lesbiana, lo que te gustaría es un pene.
A partir de ahí, Sostres, puedes ponerle todas las frases de escritores ilustres que conozcas, puedes citar en latín, puedes hablar de Fouché, de la escatología cristiana, de la mística de San Juan de la Cruz o de las tendencias sexuales de Albert Einstein. En el fondo estás diciendo una simpleza.
Sostres decía que las lesbianas generaban roles masculinos y femeninos, que sus relaciones remitían continuamente al falo y demás sandeces. No pude leer el artículo porque de hecho ABC lo retiró. En fin, decía que las lesbianas no existen, y tiene razón desde su perspectiva hetero. LO QUE ÉL CONSIDERA LESBIANAS NO EXISTE más que en su perturbada imaginación. Decir que las lesbianas no existen porque en sus relaciones el falo está presente de una u otra manera es una estupidez. Con el mismo razonamiento yo podría decir que los hombres no existen porque tienen pezones, y tener pezones es sólo propio de las hembras de una especie, donde cumplen una función que en el hombre no tienen. Si fuera el órgano el que hiciera la función sexual y en consecuencia la orientación, el género masculino no existiría por tener pezones.
Basta ya
Naturalmente, si yo pensara que todo lo que tiene pezones es mujer, negaría la mayor respecto a la existencia de los hombres. Pero no es el caso. No sé si se me está entendiendo o si véis a donde quiero llegar. La cuestión es que el tema del lesbianismo a la carta del hombre hetero está por todas partes. Muchas veces dos mujeres lesbianas son un reclamo para hombres heterosexuales en una película.
Por eso las dos lesbianas siempre suelen ser guapas y estar buenas. ¿O es que pensáis que la industria cinematográfica en general no se inspira en los roles de la más próspera de ellas: la industria cinematográfica del porno?. Julio Médem es un caso paradigmático de esto. Ya hablamos de su película Una habitación en Roma.
Es una pena que no haya podido leer el artículo de Salvador Sostres. Si no, podría haberle contestado punto por punto…Quizás habría que reivindicar un trato propio para las lesbianas. Exigir que se abandone el uso instrumental del colectivo lésbico. Nuestra orientación es propia, no estamos para servir al imaginario hetero, tal y como muchas veces sucede.
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