Las Pussy Riot son ya hoy en día un grupo emblemático de Rusia. No sabemos qué tiene este país, pero de vez en cuando sus mujeres dejan el pabellón lésbico muy alto. Ya sucedió con Tattoo allá por el año 2000. Nada que ver con ellas: las Pussy Riot se autocalifican como un colectivo de música y estilo de vida punk. Sus principales ataques han ido dirigidos contra la iglesia ortodoxa rusa y contra la campaña homófoba rusa encabezada por Vladimir Putin. Tomaron especial relevancia en el periodo previo a la celebración de los Juegos Olímpicos de Sochi.

Pocas noticias nos llegan de ellas a este lado del continente. Sin embargo, por su osadía, no podían pasarnos por alto. Fundamentalmente lo que hacen las Pussy Riot son actuaciones en cualquier rincón de Rusia inesperadamente. Consisten en una suerte de perfomance que tienen como objetivo conseguir la máxima publicidad para sus reivindicaciones en poco tiempo. Así, sus letras van contra los dos caballos de batalla a batir. Esta situación se debe a la enorme contrariedad que vive la sociedad rusa.

¿Por qué las Pussy Riot son tan perseguidas y polémicas?

Desde la caída de la Unión Soviética, Rusia se ha convertido en un país más dentro de la órbita capitalista de Occidente. Esto hace que, junto con los bienes de consumo, se importen ciertos «hábitos» de vida que hasta entonces eran insospechados en el país más grande del mundo. Justo en este punto es donde aparece Vladimir Putin. Un político conservador de mano de hierro que ha abanderado la protección de la iglesia y una campaña contra la homosexualidad.

Putin entiende que Rusia debe ser grande de nuevo. Eso pasa por eliminar cualquier influencia extranjera, incluida la homosexualidad. Tristemente en Rusia, como en muchos otros países, ésta se considera una especie de modalacra del siglo XXI, fruto de la globalización o la relajación de las costumbres. En respuesta a esto, una nueva generación de jóvenes, fundamentalmente cosmopolitas y criados en grandes ciudades como Moscú o San Petersburgo, pretenden romper esta tendencia. Rusia es una sociedad en conflicto. Se confrontan los modos de vida tradicionales con las nuevas generaciones ansiosas de vivir una vida moderna y sin tapujos.

¿Solo Rusia?

Ciertamente, Rusia se ha convertido en un polvorín con este tema en los últimos tiempos. Su situación es muy parecida a la de algunos países de Sudamérica, tal y como comentamos en nuestro post «los países más homófobos del mundo«. Por el momento, el liderazgo indiscutible de Putin hace que sea muy difícil cambiar esta situación. La ley rusa actualmente protege más a los agresores que a las víctimas. Tal y como han reconocido numerosas personas homosexuales agredidas, en las comisarías al ir a presentar las denuncias se les dice que «es normal que les agredan puesto que son gays o lesbianas«.

En Rusia, hacer cualquier reivindicación de los derechos LGTB o cualquier publicidad de la homosexualidad está penado y perseguido. Aún queda mucho camino por recorrer. Es por ello por lo que las Pussy Riot han decidido tomar el camino más radical.  Intentan así hacer visible el problema y demandar soluciones. En este sentido, la elección de Trump no parece ayudar mucho. Las Pussy Riot también han lanzado sus dardos contra él.