Historias de 0 def

Olga regresa a la radio y cuando su voz se apaga, a la cama de Orellana. Esa noche, cuando vuelva a casa, le dirá a su marido que ha salido de copas tras el programa con el equipo, una excusa que mantendrá días y días. De repente Olga forma parte de la vida de Orellana, y ésta de su vida, sus cenas juntas en la mesa de la cocina de la ostería, sus besos y abrazos en la trastienda, sus viernes tras el programa en su cama… Después el vacío, la tristeza, su existencia que ya no le sirve y de la que tan solo salvaría a su hija. Olga siente que su cuerpo se resquebraja y que se hace añicos, que nada es como antes. A veces la vida es así. Te rompe, como si fuera un jarrón de porcelana que se resbala de las manos, y por más que intentas unir todas las piezas, nunca más vuelve a ser igual. Orellana marca su antes y su después. Es su todo o nada. Tiene la certeza de que por más que quiera, su vida no va a ser como antes de conocerla porque su mundo ha saltado por los aires.
Aquel viernes de febrero sale del piso de Orellana y cuando llega a su casa y se desviste para meterse en la cama junto a su marido éste se despierta:

– ¿Qué tal el programa?

– Bien. Como siempre. Miguel tengo que hablar contigo.

– Dime

– Ahora no. Mañana, cuando deje a Laura en casa de mi madre.

Miguel se incorpora.

– Yo también quiero hablar contigo-le responde él.

– Ah. ¿Tú de qué quieres hablarme?-le dice Olga

– No, por favor, tú primero.

– Ahora no, no quiero despertar a la niña.

– Pues mira, yo quiero hablar ahora. Aquí y ahora. Déjame ponértelo fácil. ¿Te piensas que no me doy cuenta de que me rehuyes cuando quiero follar contigo? ¿Cuánto hace que estás con él?

– Vas a despertar a la niña.

– Pues que se despierte. Contéstame.

– Lo siento.

– No. No lo sientes. ¿Cuánto hace que estás con él?

– Lo siento.

– Me quieres contestar de una puta vez. ¿Cuánto hace que estás saliendo con él?

– No es él, joder. Me he enamorado de una mujer.

Miguel la mira sin saber qué decir.

-Hay que joderse.

– Lo siento. No quería decírtelo así.

– ¿Ah no? ¿Y cómo querías decírmelo?

– No sé qué decirte. Lo siento. Lo siento- responde Olga

Miguel se incorpora, se coloca las zapatillas y trata de salir de la habitación.

– Miguel, por favor.

– Me vas a perdonar, pero ahora no quiero hablar más.

– No te marches ahora. Ahora no. No lo dejemos así.

– Pues yo ahora mismo, necesito asumir toda esta puta mierda. ¿Crees que es muy fácil asumir que me he casado con una lesbiana?  ¿Crees que es fácil asumir que me dejas por una mujer? Ah por cierto, van a decir todos, que Miguel se ha separado, que al final su mujer era bollera, tú. ¿Con cuántas mujeres te has acostado estando conmigo?

– Con algunas.

– ¿Con cuántas?

– No me hagas esto.

– Te pregunto. ¿Con cuántas?

– No lo recuerdo.

– ¿Te ha dado asco acostarte conmigo? ¿Por qué te acostabas conmigo?

– Miguel por favor.

– ¿Me has querido?

– Sí, y te quiero, pero no como tú quieres que te quiera.

– ¿A ella la quieres?

– Sí. De ella me he enamorado.

– Joder Olga. Vete a la puta mierda.

Miguel sale de la habitación y la deja sola. Llorando. Al final ella logra conciliar el sueño. Él no. Piensa durante todas esas horas en las que en la casa sólo se escucha el silencio, roto a veces por el motor de la nevera, por el tic-tac de un reloj. A eso de las 8 escucha el sonido de una puerta que se abre. No la ve pero sabe que ha entrado en la cocina, que ha puesto en marcha la cafetera y que se ha sentado en la mesa. Luego, el tintineo de los platos, de las tazas. Miguel sale del salón y va a buscarla. La encuentra sentada en la mesa de la cocina, sorbiendo un café.

– Olga, lo siento. Perdona por lo de anoche.

– Ya no importa.

– No quería decirte lo que te dije.

– Ya no importa.

– ¿Eres feliz con ella?

– Sí. Y lo siento. Siento decírtelo así, pero sí, me hace feliz y no voy a dejar que se escape. Y si te gusta, pues bien. Y si no te gusta, pues mala suerte.

Miguel se acerca a ella y la abraza. Olga llora y apenas puede hablarle.

– Joder tía, ¿sabes una cosa?

– ¿Qué?

– Que te voy a echar de menos.

– Yo también.

Silencio. Luego logra seguir hablándole mientras le resbalan miles de lágrimas.

– Miguel, no puedo hacer esto si tú me lo pones difícil.

– No te lo voy a poner difícil.

– Perdóname por favor. Ya sé que no he sido legal contigo.

Miguel no le responde.

– ¿Qué le vamos a decir a Laura? –pregunta Olga

– La verdad. Los niños lo entienden todo. ¿Qué le vas a decir a tu madre? Con ella sí que lo vas a tener peor.

– Lo sé.

Olga prefiere no explicarle que su madre la descubrió hace años en su habitación, con una compañera de instituto. Prefiere no decirle que ese momento la separó de ella y que a partir de ese día, su relación ya no fue misma. Olga sabe que esta vez va a explicarle cómo se siente, aunque no quiera escucharla, y que después va a tenderle la mano y que si su madre se deja, la cogerá de sus brazos para que entre de nuevo en su vida.
(Continuará)

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