Historias de 0 def

El sábado 23 de diciembre el equipo de Olga Cifuentes celebra su cena de Navidad. Es el momento del año en el que las tensiones del directo se olvidan, en el que charlan de lo humano y lo divino. La cena resulta agradable y deciden tomar una copa y luego otra y después también otra. Están ya algo borrachos cuando Olga decide marcharse a eso de las dos dejando a sus compañeros en medio de su fiesta particular en la barra de un bar del Born.

– Chica, quédate un ratito más.

– Me quedaría pero mañana mi hija se pone en pie muy pronto y además como me tome otra copa más, muero.

Se besan y después de despedirse durante más de media hora, Olga logra salir del local.

– Feliz Navidad a todos.

– Adéu Olga. Pásalo bien.

Anda hacia la calle Comerç en busca de un taxi, sorteando grupos de gente que se mueve en todas direcciones, como si fueran canicas que alguien hubiera soltado en medio del asfalto. Se ubica en una esquina y espera a que venga un taxi que la lleve hasta el otro extremo de la ciudad pero al cabo de diez minutos sigue aguardando. Todos llevan el cartel de ocupado. Decide entonces abandonar aquella zona y empieza a caminar por la Calle Comerç en dirección al Arco de Triunfo. Cree que apartándose de aquel sitio y buscando otra zona en la que no haya tantos bares de copas encontrar un taxi será mucho más sencillo. Lleva andados unos pocos metros cuando le llama la atención una larga cola de chicas esperando en la puerta de un local. La mayoría son muy jóvenes pero también las hay de su misma edad. Ningún hombre. Siente un impulso incontrolable de entrar. Nadie la conoce. Es tan solo una voz. Una voz sin rostro que vive instalada en un cuerpo que finge ser lo que no es y que aquella noche desea desandar lo mal andado. Nadie la va a encontrar allí. Sus compañeros seguramente acabarán en Luz de Gas o en casa de Pilar. Nadie va a buscarla en aquel lugar. Se pone en la cola y al cabo de unos minutos está dentro, junto a la barra. Se toma una copa. Mira a todos lados, en todas direcciones, fijándose en todas aquellas mujeres o tal vez deseando que alguna se fije en ella. Y entonces siente una mirada que alguien lanza desde algún lugar de la barra, a su derecha y cuando se gira buscándola se encuentra con dos mujeres que charlan animadamente en un rincón. Ambas la miran, pero ella sólo mira a una de ellas. La más alta. La que viste de negro y tiene los ojos azules y el pelo ensortijado y de un negro azabache. Olga siente que la han pillado in fraganti, se gira deprisa y decide tomarse otra copa. Pasa un tiempo, no sabe cuánto, se pierde mirando la pista, y entonces aparece una mujer de entre todo aquel gurruño de cuerpos que se agitan con la música y se instala a su lado. Al día siguiente, el recuerdo de este momento terminaría en ese punto, en el momento exacto en el que aquella mujer apareció como de la nada y se puso a su lado, y luego más cerca, hasta que notó que las manos de ella se colaron dentro de sus pantalones y su lengua se retorció en su boca. Nada más. El resto, se convirtió en un amasijo de recuerdos apelotonados en su cerebro.
(Continuará)

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