– Buenas noches, permítanme que les hable de Ana, ¿se acuerdan de ella? Ana fue la oyente que ayer nos explicó que su marido la maltrataba delante de sus hijos, de hecho, nos reveló que los maltratos se iniciaron precisamente en el mismo momento en el que se quedó embarazada de sus primer hijo. ¿La recuerdan? Seguro que sí. Estoy convencida de que historias como la de Ana se mantienen en la memoria y son difíciles de olvidar. Pues bien, me van a permitir que hoy les recuerde a Ana, porque cuando hoy me he despertado y en la radio he escuchado que una mujer más ha muerto a manos de su pareja, no he podido menos que acordarme de ella y de todas las Anas que viven en silencio la violencia de aquellos que dicen que las quieren.
Olga Cifuentes alza la mano y la música, una ráfaga sonora que anuncia el inicio del programa, reemplaza su voz y después vuelve a enmudecer.
-Ya saben que desde este preciso momento, nuestras líneas quedan abiertas para que ustedes nos hablen de Ana si así lo desean, para que ayuden a otros oyentes que necesiten un consejo o para que nos expongan algún problema que les quite el sueño.
Olga alza de nuevo la mano y la música suena a través de las ondas. Manuel sigue sus órdenes en el control, lanza sintonías y da paso a las llamadas telefónicas que selecciona Pilar, la productora del programa.
– Buenas noches, ¿con quién hablo?
– Hola buenas noches, soy Ingrid.
– Buenas noches Ingrid, ¿de qué quieres hablarnos?
Así, una a una las llamadas pasan por antena creando un mundo de voces anónimas sin cara, sin pasado ni presente. Ni siquiera Olga Cifuentes tiene rostro, es tan solo una cálida voz que nace en la medianoche y que se apaga a las tres de la madrugada.
Mientras habla Ingrid, en el control Pilar, la productora del programa, agita su mano y pulsa el intercomunicador para hablar con Olga Cifuentes.
– Tengo a una chica al teléfono, está llorando, creo que puede ser buena.
Manuel, el técnico de sonido, cierra el micro de directo de Olga.
– ¿De qué va el tema?
– Les ha dicho a sus padres que es lesbiana y se ha liado una buena.
Olga le pide a Manuel que vuelva a abrir su micro.
– Mmm. Mmm. Bien Ingrid supongo que alguien podrá ayudarte esta noche.
Y mientras va hablando hace un gesto con la mano y Manuel lanza un disco.
La oyente cuelga y mientras canta Battiatto su Perspectiva Nievsky, Olga habla con Pilar.
– ¿No hay nada mejor?
– Olga por dios, la chica tiene 16 años y sus padres le han liado una gorda porque resulta que la pillaron morreándose con una compañera del instituto. Se ve que sus padres conocen a los de la otra y los han llamado…en fin. Lo explica bien… ¡joder Olga! Está hecha polvo y llora todo el rato. Será la bomba.
– ¡Joder! ¡Estoy de las historias de lesbianas hasta más allá del moño! Dice Olga. Baja su mirada y rebusca entre sus papeles buscando algún texto con el que llenar los minutos muertos del programa. Buscando algún escrito que genere la respuesta de los oyentes. En el control Pilar habla sin presionar el intercomunicador.
– Y yo estoy hasta el moño de ti, bonita. Esta tía ¿es idiota o es imbécil? O tal vez es idiota e imbécil.
– Algún día te oirá Pilar_ dice Manu.
– Pues mira, igual le iría bien. Le das una historia buena que te cagas, y como que es de una lesbiana…pues ya pone morros. Te juro que no sé qué le pasa con las bolleras. Ojalá su hija sea tortillera cuando sea mayor. Me gustaría a mí verla en esa tesitura.
Battiato está a punto de terminar. Manuel pregunta a Olga.
– ¿Pasamos la llamada de la bollo o vamos a alguna sintonía?
– A ver, no sé. Pilar, ¿No hay nada mejor?
– Te juro Olga que es buena. Se nos revolucionará el chiringuito fijo y las lesbianas montarán un pollo de la hostia.
– De acuerdo. Pásame a la chica. ¿Cómo se llama?
– Laura. La chica se llama Laura.
La música se funde y Olga habla a los oyentes.
– Mientras sonaba esta preciosa canción de Franco Battiato hemos recibido una llamada que nos ha dejado sobrecogidos y que creemos que va a dejarles de igual manera a todos ustedes. Laura, buenas noches.
Continuará…
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