Qerma nos ha cedido su sección para que publiquemos, hoy lunes, la primera parte del lesbirelato ganador del concurso de lesbiana.es y el Girlie Circuit. Tranquis, la próxima semana sí tendremos la dosis habitual del lesbianarium. El relato es obra de Ilska. ¡Deseamos que os guste!

Hannah despertó en una cama que no era la suya. Estaba desnuda, y al girarse descubrió el cuerpo de otra mujer desnuda a su lado y volvió a la realidad. Admiró el cuerpo que tenía a pocos centímetros del suyo. Haizea tenía un cuerpo increíble, pequeño, de piel blanca lleno de pecas. Estaba completamente dormida, así que podía detenerse a observarla todo lo que quisiera sin que sus increíbles ojos verdes la intimidaran. Tenía el pelo precioso, pelirrojo, pero no el típico pelirrojo zanahoria, tenía un brillante pelo liso, que combinaba perfectamente con el verde travieso de sus ojos.

Pero como si se sintiese observada Haizea despertó y se giró para sonreír a Hannah, sin llegar a abrir los ojos del todo.
– Hola dormilona- dijo Hannah
– Hola. . . ¿qué hora es????
– Las 10.30
– Es prontísimoooooo, estoy muy cansada.
– Anoche no tenías tanto sueño.
– Mmmmm, gruñó Haizea.- Es por que anoche tenía otras cosas en la cabeza, y en las manos, y en
la boca. . .
– Entonces para despertarte en este momento, ¿tendría que hacerte pensar?
– No puedes, tengo demasiado sueño. . . .
– Entonces, si te beso aquí- dijo Hannah besándole le nuca- o si te muerdo aquí- dijo susurrando mientras le mordía el lóbulo de la oreja- ¿no te despertarías ni un poquito?
– Mmmmm, igual un poquito sí, pero sigo teniendo sueño. . .
Hannah la abrazo mientras seguía besándole el cuello y empezó a acariciar lentamente el estómago de Haizea. La mano de Hannah se fue deslizando hasta que rozó muy despacito uno de los pezones y se lo pellizcó en el mismo instante que le volvía a morder suavemente la oreja.
-¿Sigues sin despertarte?
– No, creo que sabes captar mi atención perfectamente- Dijo Haizea soltando un pequeño gemido al volver a notar los labios en su cuello.
Haizea se giró y miró a los ojos a Hanna jamente. Con su mirada, con sus brazos, con todo su cuerpo y con su voz le dijo a Hannah: me encantas- pero Hannah ni siquiera pudo contestar porque Haizea ya le había robado sus labios y sus gemidos, y lo haría durante un largo rato aquella mañana.
Al cabo de unas horas, mientras seguían abrazadas desnudas en la cama, Haizea le preguntó a Hannah:
– ¿Hannah?
– ¿Si?
– ¿Cómo me reconociste en el metro?

Un mes antes. . .
Hannah había tenido un mal día en el trabajo. Demasiadas reuniones para no sacar nada en claro salvo que para no variar, los que iban a tener que sacar el proyecto a tiempo apenas contaban nada a la hora de tomar decisiones. Al entrar por la puerta de casa e ir a la cocina a prepararse una infusión relajante casi le da un pasmo. Sus compañeras de piso habían llegado de esta más tarde que ella se fuese a trabajar y parecía que había pasado un huracán. En ese momento sintió la necesidad que le diese el aire, así que entró en su cuarto, dejó todas sus cosas y se puso ropa cómoda para ir a correr.
Correr nunca había sido lo suyo, pero si se cansaba mucho, siempre podía simplemente pasear y despejar la cabeza. Fue hasta el parque paseando, no le gustaba ir corriendo por la acera y tener que esquivar a la gente. Por el camino intentó no pensar en nada, pero era imposible; el trabajo, lo cochinas que podían ser a veces sus compañeras de piso, la última llamada de su ex simplemente para preguntarle como estaba y acabar haciéndola llorar… Definitivamente estaba siendo una semana de mierda.

Al llegar al parque estaba mentalmente casi más cansada que cuando había salido y decidió que se concentraría únicamente en los árboles que tenía a su alrededor y que daría 3 vueltas sin parar a la pista que atravesaba el parque. La primera vuelta la dio sin mayores problemas, manteniendo la respiración y contenta consigo misma por no haberle dado el flato. Apretó el paso, si el resto de cosas no podía cambiarlas, por lo menos nadie le quitaría que pudiera quemar calorías.
La segunda vuelta ya fue otra cosa. Empezó a descuidar la respiración y la acabó con dificultad, por lo que decidió volver a bajar el ritmo. Mientras decidía si le compensaba o no hacer un esfuerzo para terminar la última vuelta la vio. Era una chica pelirroja y estaba sentada en un banco con los cascos puestos mirando a la nada. Hannah se fue acercando a ella, disfrutando de su belleza mientras corría, cuando casi al llegar a su altura, la chica pareció sentirse observada y se giró clavando sus ojos en Hannah Hannah se sobresaltó. La chica tenía unos ojos increíbles, verdes, profundos y una mirada muy intensa. Se quedó tan perdida en la mirada de la chica que no vio que en medio del camino había una pelota que acababa de escapársele a un niño y tropezó con ella.
En un abrir y cerrar de ojos Hannah se encuentra de bruces en el suelo, con la rodilla clavada en la gravilla y las manos raspadas por las piedritas, de haberlas apoyado.
– ¡Joder! Lo que faltaba para rematar el día- exclamó a la vez que oía pasos a su lado y una voz dijo:
– ¿Te encuentras bien?
Era la chica de los ojos de gato, la que hacía un segundo estaba sentada en el banco escuchando música, ahora estaba arrodillada a su lado, preguntándole si se encontraba bien con una sonrisa en la cara. Hannah se fijó en el cuerpo de la chica una fracción de segundo porque no podía dejar de mirar sus ojos.
– Emmmmmmmm, si gracias, solo es un rasguño- balbuceó.
En ese momento se sintió estúpida, se acababa de caer delante de una chica preciosa, por quedarse mirándola en vez de mirar al camino. Volvió a balbucir un gracias y se marchó corriendo de allí.
(Mierda, va a pensar que estoy salida o que soy estúpida. ¿Y tú tienes intención de volver a tener pareja alguna vez si cuando viene a hablarte alguien que te atrae, te trabas y no arrancas a decir nada coherente?).

Volvió a casa andando, casi sin fuerzas. Se sentía cansadísima y sin ganas de nada. Le escocían levemente las rozaduras de las manos, y lo único que quería era ducharse y que terminase el día. Había olvidado el desastre de cocina que tenía hasta que se encontró delante de la puerta de casa y sus fuerzas se terminaron del todo. No tenía ganas de discutir, por lo que pasaría de largo, e iría directamente a darse una larga ducha, luego ver alguna serie con la que no necesitase pensar y con las mismas a dormir.
Abrió la puerta soltando el aire, porque aunque se había propuesto no chillar, no soportaba la cocina sucia, era una de sus pocas manías. Sorprendentemente, se encontró la cocina recogida y a sus dos compañeras de piso Isa y Clara terminando de preparar la cena, que como su resaca era considerable consistía en ensalada de pasta y patatas fritas. Hannah estuvo a punto de besarlas a las dos allí mismo, porque era lo primero bueno que pasaba ese día.
Después de la ducha, se curó las manos y la rodilla y cenó con Isa y Clara. Estaba demasiado cansada como para encender siquiera el portátil, por lo que se metió directamente en la cama para dormir. No tardó ni 10 minutos en caer rendida.
Al despertarse no estaba segura de recordar todo lo que había soñado, pero estaba segura de haber soñado con la chica de los ojos verdes, y se sintió tonta, por haber reaccionado como lo hizo. Se estuvo recriminando su actitud hasta llegar al trabajo, pero allí todo se evaporó porque por culpa de la mala gestión de uno de los coordinadores, se había ido toda la venta al garete. Esa semana fue cada día más rutinario que el anterior si cabe, porque ni siquiera podía escuchar a sus grupos de rock alternativo del jaleo que tenían en la ocina, y llegaba a casa tan cansada, que saludaba con un gruñido a Isa y Clara al entrar y se iba directa a su cuarto.

Unas semanas después le pareció cruzar la mirada con los ojos bonitos en el metro camino al trabajo. Llegaba tarde y bajaba corriendo las escaleras, pero no alcanzó a entrar en el vagón y el metro partió sin ella. Cuando el metro aún no había cogido velocidad suciente como para dejar de distinguir las caras, sintió que la miraban, y al buscar, por una fracción de segundo, le pareció que eran los ojos verdes que ya le habían hecho caerse una vez los que la miraban. Se dijo a si misma que eran imaginaciones suyas, pero no consiguió quitarse a la chica del parque de la cabeza en todo el día. Quizá por eso esa tarde decide que se terminó eso de irse al cuarto nada más salir del trabajo y que iba a volver a correr para que le diese el aire, ya que últimamente el único aire limpio que respiraba era el que había de camino entre su portal y la boca de metro, porque como salía tan tarde de trabajar, ni siquiera llegaba a tomarse unas cañas con sus amigas.

– 8 de la tarde, pleno atardecer, momento perfecto para correr y sudar un rato.
Empezó con ritmo suave, y no se propuso ningún número de vueltas en concreto, simplemente quería correr y no pensar, pero sin darse cuenta, se encontraba buscando con la mirada, a la chica pelirroja de ojos verdes. Después de 4 vueltas al parque, se detuvo a descansar en el banco delante del que se había caído a descansar un momento y beber agua, y decidió marcharse a casa sudada por completo, y contenta porque se sentía más libre, pero aunque no lo quisiera admitir, ligeramente decepcionada de no haberse encontrado con la chica.
– Pero no te engañes, si te la llegas a encontrar, no hubieses sido capaz de decirle nada coherente, o te hubieses vuelto a caer delante de ella. Además, ni siquiera sabes si entiende…

Lo que ella no sabía, es que desde debajo de un viejo roble del parque, unos ojos verdes la observaban y sonreían al verla mirar hacia todos los lados y sentarse en el banco donde solía sentarse ella. Así, la pelirroja tuvo la certeza que lo que buscaba la chica que tropezó con el balón, o por lo menos la quiso tener.
El fin de semana se pasó tan rápido que apenas le dio de sí, pero no le importó. El fin de semana realmente importante era el fin de semana siguiente. El día 15 tocaba en una pequeña sala de la ciudad una de sus bandas americanas de rock alternativo favoritas, y escuchar al cantante de Tonic cantando ‘If you could only see’ en acústico era algo que llevaba esperando años.

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