… viene del relato anterior…
―¿Te he dicho que la semana pasada envié uno de mis relatos a esa nueva editorial de la que te hablé?
―¿Ah, sí? ¿Y qué tal?
―Pues no lo sé, supongo que se pondrán en contacto conmigo por correo electrónico.
―¿Crees que querrán publicar algo tuyo?
―Espero que sí. Están empezando, y yo también, así que quizá nos necesitemos mutuamente.
―Ya verás como sí, mujer. Y si te seleccionan, me invitas a cenar a un sitio caro y romántico.
―Vale. ¿Y si no?
―Entonces te invitaré yo, pero estoy casi segura de que eso no va a pasar.
De: editor@troglodita.com
Enviado: sábado, 17 de enero de 2009 16:55:46
Para: ingenua_de_mi@hotmail.com
Apreciada Ingenua,
Después de haber hecho una segunda lectura de tu relato titulado “De mala leche”, he podido resolver por mí mismo la duda que me había asaltado en un primer momento. Según he entendido, existe dentro de la historia una relación conyugal entre personas del mismo sexo, ¿no es así? Perfecto, a mí me da lo mismo; mi trabajo consiste en fijarme en la calidad literaria de las obras. Quizá no habría estado mal (para facilitar las cosas al lector/a) dar algún tipo de información preliminar, para evitar que la persona que lea el relato se haga un pequeño lío en algún momento (como me ocurrió a mí durante la primera lectura). Pero, al mismo tiempo, entiendo que dar informaciones preliminares en esta historia supondría quizá echarla a perder. Por lo tanto, pienso que lo mejor es que no hagas caso de este comentario que yo, como editor, no he podido dejar de hacerte. La historia está bien tal como está, y yo no me atrevería a proponer ningún cambio.
De: editor@troglodita.com
Enviado: domingo, 18 de enero de 2009 15:16:14
Para: ingenua_de_mi@hotmail.com
Hola, Ingenua,
He estado pensando sobre la cuestión de la confusión que puedes causar en el lector cuando usas la expresión «mi mujer» para referirte a la cónyuge de la protagonista. Te propongo lo siguiente (y tú puedes hacer lo que quieras): puedes cambiar esta expresión de «mi mujer» por esta otra: «mi compañera». No es por nada, solamente porque pienso, sinceramente, que esto ayudará al lector a situarse más rápidamente. Porque, cuando usas «mi mujer», la persona que lee enseguida piensa que el protagonista es «él» y no «ella», y por eso después corre peligro de hacerse un pequeño lío. Simplemente haciendo este pequeño cambio («mujer» por «compañera») creo que se ganaría en claridad. Pero se trata sólo de una observación mía; te repito que tú puedes hacer lo que quieras, tienes completa libertad.
De: ingenua_de_mi@hotmail.com
Enviado: lunes, 19 de enero de 2009 11:15:38
Para: editor@troglodita.com
Buenos días, Luis,
Si te parece bien, prefiero mantener la expresión «mi mujer» porque implica una relación estable, incluso un grado de unión legal a través del matrimonio civil, que no posee ninguna otra expresión eufemística («compañera», «pareja», etc.). El hecho de que la homosexualidad de la protagonista no sea relevante para el conjunto de la historia no significa que no tengamos que ser precisos al describirla, y en este sentido yo siempre me he imaginado que la protagonista está casada legalmente con su pareja, que en este caso resulta que es una mujer. En otras palabras, «mi mujer» implica igualdad entre las relaciones homosexuales y las heterosexuales, mientras que cualquier otra fórmula no contiene tal carga de significado. Creo que los lectores son extremadamente inteligentes y saben apreciar cualquier reto que se les plantea.
Por mi parte, nada más. Solamente agradeceros que hayáis decidido confiar en mí. ¡Gracias y hasta pronto!
De: editor@troglodita.com
Enviado: sábado, 24 de enero de 2009 17:44:17
Para: ingenua_de_mi@hotmail.com
Hola de nuevo, Ingenua,
A ver, no quiero que me malinterpretes, pero tengo que ser claro: sería conveniente, para facilitar las cosas al lector, que usaras otro término diferente del que propones. Porque, es que todos nuestros compañeros que han leído tu obra me han dicho lo mismo: que se han hecho un pequeño lío en este punto porque no llegaban a entender si el protagonista era un hombre o una mujer. No se trata de debatir qué es políticamente correcto o no. Seguramente tienes toda la razón al usar este término, lo que digo es que la persona que hace la lectura queda un poco desconcertada, y solamente entiende que la protagonista es homosexual mucho después. Dices que crees que los lectores son extremadamente inteligentes. Yo pienso que esto es suponer demasiado. Ciertamente, hay lectores muy inteligentes, pero nosotros no tenemos que presentar obras únicamente para ellos sino para todos.
A ver si me explico, Ingenua. Una cosa es lo que a alguien le gustaría, y otra bien distinta es la cruda realidad. Quizá a ti te gustaría que el término «mujer» pudiera designar con normalidad a un cónyuge de sexo femenino, fuera cual fuera su orientación sexual (es decir, ya fuera heterosexual u homosexual). Y, de hecho, a efectos legales lo designa, ciertamente. La ley actual reconoce a todos los efectos que una mujer puede ser «mujer» de otra. De acuerdo, pero piensa que la gran mayoría de la gente todavía no se ha habituado a usar este término en el sentido que quieres darle. A lo mejor dentro de cinco, diez, quince, veinte años será completamente normal usar el término «mujer» para referirse a las cónyuges homosexuales, pero actualmente la gente está todavía un poco «verde» en este sentido. Te repito que no quiero que me malinterpretes. Lo que yo quiero es que el lector o la lectora disfrute de la lectura sin tener que hacer malabarismos mentales (que muchos, a causa de su ineptitud o de las inercias que arrastran, no podrán llevar a cabo con éxito).
Creo, sinceramente, que sería conveniente que utilizaras la expresión «mi compañera», porque, al ser un término neutro, el lector, a estas alturas del texto, todavía no ha decidido si el protagonista es «él» o «ella». Lo decidirá unas líneas más abajo, justamente en la broma que le gasta su mujer, cuando le pregunta qué labios no puede mover. Este punto me parece sencillamente genial, aquí se produce una explosión cargada de comicidad que contiene al mismo tiempo mucho sentido. Pero creo de verdad que este reto solamente queda planteado correctamente si cambias «mi mujer» por «mi compañera», o por algo por el estilo. Es lo que pienso, sinceramente.
De: ingenua_de_mi@hotmail.com
Enviado: sábado, 24 de enero de 2009 7:59:20
Para: editor@troglodita.com
Apreciado Luis,
Francamente, estaba convencida de que la expresión «mi mujer» ya estaba más que aceptada, al menos así parecían indicarlo vuestros mensajes anteriores y la prueba de imprenta, en la que se mantenía la expresión original. Por suerte o por desgracia para mí, tengo muy claro en qué puedo transigir y en qué no. Y, lamentablemente, no puedo cambiar «mi mujer» aunque ello implique la no-publicación del relato. Desde mi punto de vista, «mi mujer» es la fórmula más inequívoca posible de cara al lector. En cambio, cualquier otro término sí que podría resultar equívoco: «mi compañera» (¿compañera de qué? ¿De piso? ¿De trabajo?). Y si utilizáramos «mi pareja», entonces sí que estaríamos provocando un equívoco de género, al tratarse de una palabra neutra. Por otro lado, ¿de verdad crees que dentro de cinco, diez, quince o veinte años utilizaremos el término «mujer» como sinónimo de cónyuge aplicado a las parejas formadas por dos mujeres si no empezamos a utilizarlo desde ahora?
Por todo esto que te expongo, prefiero que no publiquéis mi relato si ello implica cambiar «mi mujer» por cualquier otra expresión que, para mí, resulta del todo inexacta. No pasa nada, de verdad, podemos colaborar más adelante con otros relatos que no planteen este tipo de debate social. Así vosotros os sentiréis más libres y yo no me veré abocada a traicionar mis convicciones.
Por mi parte, nada más. Muchas gracias a todo el equipo Troglodita, mi enhorabuena por la iniciativa y hasta el próximo intento.
De: editor@troglodita.com
Enviado: domingo, 25 de enero de 2009 15:25:27
Para: ingenua_de_mi@hotmail.com
Hola, Ingenua,
De acuerdo, a veces ocurre esto en el mundo de la edición. En algunas ocasiones la parte autora y la parte editora no llegan a un consenso sobre los puntos discutibles. Nos parece perfecto que quieras mantenerte fiel a tus principios, eso dice mucho de ti misma, pero nosotros tenemos nuestra línea editorial y queremos seguirla. Es una lástima, porque el relato era realmente bueno, y muy divertido. Pero, bueno, ¿qué le vamos a hacer? Sólo espero que no te hayas enfadado y que entiendas nuestra posición.
Sin más, recibe un cordial saludo.
―¿Lo has leído de principio a fin?
―Sí, y no tengo palabras. Lo siento mucho, cariño.
―Más lo siento yo… Vamos, salgamos a cenar, y recuerda que pagas tú, que para eso tienes un trabajo fijo, serio y decente.
―Sólo me quieres por mi dinero.
―Y por tus labios carnosos.
―¿Cuáles?
―¡Todos!
Por desgracia, esta historia no es ficción…
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