Ahí va el resumen del capítulo 8:
Ana y Yo-yo están en casa a punto de enrollarse «por completo» ante las nada disimuladas miradas de Mónica y Carmen, que se parten de la risa contemplando tan lamentable espectáculo. Y es que la química que hay entre la mensajera y la actriz es la misma que tenían en aquella divertida escena de «L Word» Dana y Jenny cuando intentaron enrollarse sin éxito. Está claro que la inexperiencia de Ana no ayuda mucho: «¿Nos desnudamos?», sugiere Ana ante la falta de acción. «Vale vale», le dice Yo-Yo. «¿La una a la otra o cada una a lo suyo?», remata Ana con un pasotismo total. Al final acaban por ir cada una a lo suyo, pero ni aún así acaban de encontrar la posición. Finalmente Ana sale en busca de consejo y no tiene que ir muy lejos, ya que Mónica y Carmen están detrás de la puerta fingiendo haber perdido una lentilla. El caso es que finalmente Mónica se curra unos cuantos truquitos y acaba guiando a Ana ¡cuál entrenadora de desde el banquillo!
Mientras, en el Chica Busca Chica, Nines está que ya no sabe qué hacer con Carmen y súper arrepentida de haberla besado: «Para una vez que soy sincera… pero te digo una cosa: la verdad está sobrevalorada». Nines está convencida de que Carmen la odia y sabe que necesita un truco mil veces mejor que los que ha usado hasta ahora para llegar a ella. Por eso cuando Michelle le sugiere que le diga a Nines que lo del beso fue fruto de una locura transitoria, a Nines se le enciende por fin la bombillita. Fingirá que tiene un ataque de ansiedad y Carmen, que es psicóloga, tendrá que socorrerla ¡por mucho que le pese!
Una vez bien estudiados los síntomas, Nines acude a casa de Mónica para hacer su actuación estelar. ¡Y vaya si se lo curra! Mónica pica enseguida pero Carmen, al principio, sólo le diagnostica el ataque e intenta escaquearse. Pero cuando Nines empieza a sacar a la luz un supuesto trauma de la infancia, Carmen empieza a tomársela en serio: «Tranquila. Tienes un problema que hay que solucionar y ya está. No pasa nada». Tan en serio, que al final son las tres las que acaban recurriendo al diacepán.
En la siguiente escena, a Mónica Nines y Carmen se les han unido Ana (que ha abandonado a la mensajer en la cama) y Victoria, la campeona de judo de la zona norte de Madrid a la que Mónica a accedido a entrenar y que está en plena fase narcoléptica, o sea, grogui en el sofá. Nines parece que se recupera y decide irse a la cama y Mónica la sigue ante la mirada celosilla de Carmen. Aunque el sufrimiento no le dura mucho: la mensaka ronca tanto que Ana y ella acaban metiéndose en la cama de Mónica para vivir otra noche de pijamas…
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